En un día oscuro, frío y
lluvioso, no hay nada mejor que acurrucarse en el sofá bajo una manta y ver una
película.
Cuando estaba hojeando
Netflix, me encontré con “Noviciada”, y recordando todo el alboroto de hace un
par de años, decidí verla, y me alegro de haberlo hecho.
La película está dirigida y
escrita por Maggie Betts, con Mellisa Leo en el papel de Madre Superiora Marie
Saint-Clair y Margaret Qualley en el de Hermana Cathleen Harris.
La película se desarrolla en
1960, durante los cambios radicales que se produjeron en todo el mundo bajo el
Vaticano II, y describe los cambios en la ideología y el apoderamiento de
creencias arraigadas y la brutalidad y rigidez de las reglas practicadas en la
religión católica. El Vaticano II cambio la ideología para fomentar apertura e inclusión
a la gente.
Al ratito que la película
empezó, unos 10 minutos más o menos, cuando una joven Cathleen entra en la
escuela católica, la monja maestra escribe en el pizarrón:
"No hay
amor sin sacrificio", en ese
momento sentí que una vez más vivía en el convento.
No falta decir que mis
experiencias fueron diferentes ya que Cathleen era una postulante de 17 años y
yo tenía 8 años cuando me mandaron al convento. Sin embargo, las enseñanzas
eran las mismas que las que yo tenía a finales de los años 50 y principios de
los 60. Muchas partes de la película resonaron en mi subconsciente, trayendo
muchos recuerdos olvidados.
Al igual que en la película, teníamos
que caminar despacio y siempre mirando al suelo. Incluso cuando hablabamos con
alguien, (y eso era sólo para responder a una pregunta, ya que no se nos
permitía hablar) teníamos que mirar hacia abajo, nunca a la cara de nadie.
También nos enseñaron que debíamos arrodillarnos sobre guijarros hasta que
nuestras rodillas sangraran, para que Dios pueda ver cuánto lo amábamos, y él
nos amaría más que a simples personas que se arrodillaban sobre un cómodo almohadón.
Puedo atestiguar que la
brutalidad y la rigidez de las normas eran insoportables.
Éramos demasiado jóvenes para
hacer flagelaciones, aunque nos enseñaron que una vez que fuéramos mayores,
debíamos hacerlo, pero sólo una vez a la semana y sólo cinco flagelaciones, ya
que hacerlo por más tiempo podría darnos placer.
Como en la película, mi Madre
Superiora iba a ser reemplazada porque se negó a adaptarse a las nuevas reglas;
sin embargo, renunció a su vocación como la mayoría de las monjas de mi
escuela, y todas ellas abandonaron el convento.
Comprendo un poco a la Madre
Superiora Marie Saint-Claire por no querer ajustarse a las nuevas reglas, y por
qué fue tan severa, pues ella creía que era la voz de Dios en el convento. Y
como alguien que no había salido del convento durante más de 40 años, ella
estaba delirando en sus creencias. Además, vivir de esa manera tiene que ser
frustrante.
No sé si la Madre Superiora
Margarita, tenía una voz dulce, la única vez que escuché su voz era para
regaños y siempre era severa, además, en mi opinión, era una mujer sádica y
manipuladora y se creía mejor que todo el mundo. Pero tampoco recuerdo haberla
visto salir del convento en ninguna ocasión.
La película está bien hecha y
es muy fuerte, y me gusto que no criticaran la religión católica ni la
defendieron. Simplemente mostraron como es, sin juzgar, sin tratar a los
creyentes como idiotas y sin tratar de que el público acepte una ideología
religiosa.
Mostraron la noción que las
postulantes tenían acerca de ser monjas, al mismo tiempo que demostraron las
inquietudes que sentían acerca de una vida tan rigurosa y tan apartada del
mundo real.
La película es lenta y larga,
sin embargo, es como me sentía cuando estaba en el convento, los días eran
largos y lentos, las semanas, los meses, parecían no terminar nunca. Lo único
que me gustaba era cantar en el coro y las clases de bordar.
Para tu información: asistí a
un convento de Las Carmelitas, si tu eres católico, sabes quien son, si no lo
eres, es una de las Ordes de Silencio más rigorosas, si no la más rigorosa.
No comments:
Post a Comment